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Si vieras tu ciudad desde 95cm de altura, estatura promedio de un niño(a) sano de 3 años, ¿qué cambiarías?

Los niños, niñas y sus cuidadores o cuidadoras viven las ciudades de forma diferente al resto de la población, estas experiencias influyen en su desarrollo y crecimiento, así como en el bienestar de sus familias, barrios y comunidades.

La iniciativa Urban 95, enfocada en urbanismo para la primera infancia, liderada por la Fundación Bernard van Leer, llegará a Guatemala, Costa Caribe en Colombia, y Chile, en alianza con Fundación FEMSA, las municipalidades locales, y la red en Latinoamérica de United Way. 

Todas las experiencias en los primeros años de vida son vitales para el desarrollo cerebral. Un entorno urbano saludable permite crear conexiones sólidas en todos los niveles: posibilita conexiones frecuentes con adultos que presten atención y transmiten cariño a los pequeños; se cultivan relaciones importantes entre infantes; y, el uso del espacio público para las comunidades mejora.

En comunidades como San Francisco, en Mixco-Guatemala, las familias enfrentan retos diarios para generar conexiones sanas, y espacios idóneos para el juego. José Luis, con 12 años de edad, recuerda: ‘vengo al mercado acompañando a mi mamá en su trabajo desde que tengo 3; ahora transformar el barranco por un parque, es tener la posibilidad de jugar con mi hermanita de 4 años en un lugar limpio. Va ser más divertido el tiempo mientras mamá trabaja’. 

Promover el desplazamiento seguro por medio de una ruta, con elementos educativos, para la movilidad de las familias, desde y hacia las escuelas es vital para mejorar los espacios urbanos. Éste es el objetivo en Villas de San Pablo, Barranquilla-Colombia, donde niños como Wilson, 7 años de edad, expresan: ‘el camino a la escuela es monótono, no encuentro un espacio al aire libre para esperar a mi hermanita a la salida del colegio’. 

Como consecuencia de la pandemia en Ciudad Bicentenario, Cartagena – Colombia, las familias no usan con frecuencia los espacios públicos disponibles, lo que ha generado inseguridad y daños en los juegos y mobiliarios de dotación de los parques. Los niños y niñas pasan la mayoría del tiempo en sus casas.  

En este barrio, la iniciativa Urban95 incrementará el uso horas semanales de un espacio público a intervenir, con el diseño de un lugar para el esparcimiento entre los niños y sus cuidadores. De manera complementaria, se intervendrá un espacio público, que hoy en día está destinado a residuos.

La importancia del juego y contribuir a la salud mental es el reto para mejorar en la plaza Santo Tomás y Plaza El Roble en la comuna La Pintana, en Santiago-Chile. En conjunto con aliados locales, el diseño de la transformación propone intervenciones para fomentar el juego de niños y niñas, la seguridad y tranquilidad de los cuidadores; y, la apropiación del espacio por parte de la comunidad.  

En todas  las ciudades las alianzas con las municipalidades permitirán la expansión y manutención de las intervenciones. En paralelo, la participación comunitaria a través de consultas e interacciones con los equipos operadores, son vitales para la apropiación del espacio y  orientación a cuidadores.

‘Con la iniciativa Urban 95 ayudamos a nuestros socios a trabajar en varios aspectos de la planificación y diseño urbano; y la vida en la ciudad, con el fin de mejorar la salud, y el bienestar, además de fomentar interacciones saludables entre las niñas pequeñas y quienes las cuidan.’ Menciona, Cecilia Vaca Jones, Directora Ejecutiva Fundación Bernard van Leer.

‘Además de las interacciones humanas, el entorno que rodea a los niños impactará también su salud, su comportamiento y las oportunidades que tendrán para desarrollarse a lo largo de sus vidas. Un espacio público que es bueno para los niños y niñas es bueno para toda la sociedad. Cuando diseñamos espacios que incluyen la voz y participación de las niñas y niños, fortalecemos el tejido social y construimos ciudades más equitativas y justas’, afirma Lorena Guillé-Laris, Directora de Fundación FEMSA. 

Pensar las ciudades con el punto de vista de los más pequeños, significa garantizar un buen comienzo a un desarrollo individual, pero al mismo tiempo garantiza  la base para una sociedad, equitativa y pacífica: 

  • El retorno de cada dólar invertido en programas de primera infancia se calcula entre $6,40 USD y $17 USD.
  • Los niños y niñas de 3 años junto a sus cuidadores toman el doble de tiempo al cruzar una calle, en comparación con el tiempo de una persona adulta sana.